Quintana Roo se consolida como líder en producción sustentable de chicle tras una reunión entre la gobernadora Mara Lezama Espinosa y la secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), Alicia Bárcena Ibarra. El encuentro giró en torno a un modelo de sostenibilidad del chicle en Quintana Roo, que busca simplificar los permisos de producción y ajustar los ciclos de cosecha a la temporada natural, beneficiando tanto al ecosistema como a las comunidades chicleras.
Mara Lezama y SEMARNAT impulsan la sostenibilidad del chicle maya
La reunión destacó el papel del consorcio chiclero Chicza, encargado de cosechar, industrializar y comercializar el chicle maya sustentable en el sur de Quintana Roo. Durante el encuentro, Mara Lezama subrayó que este modelo se alinea con el Nuevo Acuerdo por el Bienestar y Desarrollo de Quintana Roo, una estrategia integral que busca diversificar la economía y fortalecer a más de 700 familias chicleras en la región.
Por su parte, Alicia Bárcena expresó que apoyar la producción chiclera en Quintana Roo no solo contribuye a la conservación de los ecosistemas, sino también a rescatar y revalorizar los conocimientos ancestrales de las comunidades mayas.
Reconocimientos históricos para el chicle maya
Un hito reciente en el sector fue la obtención de la Indicación Geográfica del chicle maya, otorgada por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) en diciembre de 2023. Este reconocimiento oficial distingue a Quintana Roo y Campeche como los únicos estados productores de chicle natural, beneficiando a más de mil 200 productores organizados en 43 cooperativas. Este logro representa una justicia histórica para las comunidades que han dedicado generaciones a esta actividad.
La actividad chiclera, organizada formalmente desde 1998, ha evolucionado significativamente. En 2008, se lanzó el chicle orgánico al mercado, posicionando a México como un referente en producción sustentable. Hoy, este sector no solo genera beneficios para las familias chicleras, sino que también fortalece el compromiso con la sostenibilidad ambiental y económica.
Un modelo para el desarrollo sustentable
En el encuentro, también se discutieron mecanismos para optimizar la producción y comercialización del chicle maya sustentable, garantizando que el proceso sea más eficiente y competitivo. Las autoridades de SEMARNAT y Quintana Roo coincidieron en que estas acciones son fundamentales para preservar la selva y promover un desarrollo económico inclusivo.
Este modelo representa un ejemplo de cómo la colaboración entre gobiernos, comunidades y el sector privado puede traducirse en un impacto positivo tanto en la conservación del medio ambiente como en el bienestar social. Quintana Roo no solo busca ser un referente en sostenibilidad, sino también liderar un mercado valorado en 420 millones de dólares al año, proyectando el chicle maya como un símbolo de orgullo y esfuerzo colectivo.